La Caza del Terror

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La mulata de Córdoba

Fuente: "Leyendas Mexicanas" de Editores Mexicanos Unidos S.A.

Había muchos hombres ricos y famosos que se enamoraban de la mulata de Córdoba, sin que ella les correspondiera. Era una mujer muy hermosa, católica y recatada, extraordinaria y simpática, de buen carácter, le hacían todo tipo de regalos y cumplidos sin lograr su amor.

Muchos hombres por despecho decían que estaba enamorada del diablo, estos comentarios se extendieron por toda la ciudad, se decía que hacía magia, artes adivinatorias y brujerías. Algunos afirmaban que de su casa salía olor a azufre.

Las malas lenguas decían que en las noches de luna la veían salir volando para ir a la fiesta que organizaban los hechiceros para adorar a Satanás.

Se decían tantas cosas de ella; como el caso de que si alguien tenía un deseo que se pudiera considerar irrealizable, o si bien, se deseaba alcanzar un amor imposible, recurrían a la mulata para que les diera un brebaje para obtenerlo.
Estos servicios eran gratuitos, y surgía la pregunta: ¿De dónde obtenía tanto dinero? Ya que realizaba obras de caridad, su casa era muy hermosa con muebles y adornos caros y joyas exquisitas.

Las demás mujeres la envidiaban porque siempre venía joven, a pesar de los años; su fama corrió de Córdoba hasta México, que al llegar a los oídos de la Santa Inquisición, fueron por ella, y esposada de manos y pies con unas argollas fue encarcelada y puesta a disposición del Tribunal del Santo Oficio.

Tal fue la admiración de todos los habitantes que salían de sus casas para verla; ella los miraba misteriosa, y éstos sentían estremecerse de temor.

Le confiscaron sus bienes, y como se hacía con las brujas y hechiceras la iban a quemar en la hoguera.

Dio inicio su proceso y después de algunos meses, presentaron las pruebas y testigos, se declaró culpable y fue sentenciada.

Publicada la sentencia, comenzaron los preparativos del acto de Fe, que se iba a ejecutar no sólo a la mulata si no a los herejes, a los bígamos y luteranos, también a una bruja, que mediante hechizos satánicos hizo traer de lejanas tierras a su amante en solo dos días.

Eran muchas las personas que se pensaba quemar por diferentes causas, entre ellas, a quienes tuvieron el atrevimiento de robarse un Cristo de cobre, y azotarlo hasta hacerlo sangrar.

Un día antes de la ejecución, pasó algo extraordinario que llenó de asombro a toda la población. ¡Cuál sería la sorpresa de la gente, al enterarse que la mulata de Córdoba había desaparecido de la cárcel!

Cuando el guardia le llevó su desayuno la vio vestida con un traje color verde, adornado de flores, cubría su cuello con finos collares y olía a perfume fino, era una mujer hermosa.

La mulata recibió al carcelero con una sonrisa y le mostró un barco que ella había pintado en la pared, que sorprendía la perfección del trabajo.

La mulata dobló su falda dejando ver sus zapatos, adornados con tiritas de plata; le hizo una reverencia y saltó a la nave, desplegó sus velas; sopló un viento y se alejó. la embarcación se perdió de vista; y sólo se dejaba ver a lo lejos, la mano de la mulata haciendo un gracioso adiós. Dejando en el calabozo un olor a rosas frescas.
 
 
 
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